
«No me mira a los ojos.»
«Se tapa los oídos con ciertos sonidos.»
«Le cuesta hacer amigos o seguir rutinas.»
Cuando un niño muestra estas señales, muchas familias sienten miedo, confusión o culpa. Pero lo que necesitan —más que respuestas inmediatas— es información clara, acompañamiento emocional y herramientas reales para entender lo que está ocurriendo. Porque el autismo no es una tragedia: es una manera distinta de ser, de sentir y de estar en el mundo.
¿Qué es el Trastorno del Espectro Autista (TEA)?
El TEA es un trastorno del neurodesarrollo que afecta la forma en que una persona se comunica, se relaciona y percibe el entorno. El término “espectro” se utiliza porque no hay un solo tipo de autismo, sino muchas formas diferentes de experimentarlo, que varían en intensidad y características.
El autismo no es una enfermedad, no tiene cura (ni la necesita), y no todas las personas con TEA se ven o se comportan igual.
¿Cómo se manifiesta el TEA en niños?
Los signos del TEA pueden aparecer desde los primeros años de vida, aunque en algunos casos se hacen más evidentes al ingresar al sistema escolar. Algunos indicadores frecuentes incluyen:
1. Comunicación diferente
- Dificultad para desarrollar lenguaje verbal o ausencia de este.
- Uso literal del lenguaje o frases repetitivas (ecolalia).
- Dificultad para iniciar o mantener conversaciones.
2. Interacción social atípica
- Poco contacto visual o físico.
- Dificultad para comprender gestos, expresiones o reglas sociales.
- Prefieren jugar solos o tienen dificultad para compartir.
3. Conductas repetitivas y rutinas rígidas
- Repetición de movimientos (aleteo, girar objetos).
- Fuerte apego a rutinas específicas.
- Intereses intensos en temas particulares (trenes, números, mapas, etc.).
4. Hipersensibilidad sensorial
- Rechazo o incomodidad ante ciertos sonidos, texturas, luces o sabores.
- Reacciones intensas ante cambios imprevistos en el entorno.
¿Qué sienten los niños con TEA?
Cada niño es único, pero muchos viven una sobrecarga sensorial y emocional diaria. Pueden sentirse:
- Confundidos por lo impredecible del mundo social.
- Ansiosos frente a cambios repentinos.
- Aislados por no saber cómo conectar con otros.
Pero también pueden sentir una fuerte conexión con aquello que aman, un mundo interno rico en ideas, lógica o creatividad. Lo que necesitan no es que los “corrijan”, sino que los comprendan y valoren tal como son.
¿Qué pueden hacer padres y docentes?
1. Aceptar sin miedo
Aceptar el diagnóstico no es rendirse: es abrir la puerta a una nueva forma de acompañar. El autismo no limita la felicidad ni el potencial de un niño.
2. Informarse desde fuentes confiables
Evita mitos como “no sienten emociones” o “no pueden aprender”. Las personas con TEA sienten profundamente, solo que lo expresan distinto.
3. Estimular sin presionar
Trabaja en el desarrollo del lenguaje, la comunicación y la autorregulación, pero a su ritmo, con estrategias adaptadas y mucho refuerzo positivo.
4. Crear entornos predecibles y seguros
Los niños con TEA necesitan rutinas claras y anticipación de cambios. Un entorno estructurado reduce el estrés y mejora su bienestar.
5. Buscar acompañamiento profesional
Terapia ocupacional, psicología infantil, fonoaudiología o intervención temprana pueden marcar una gran diferencia si se inician pronto.
Una mente diferente, no menos valiosa
El TEA no es una etiqueta para definir a un niño, sino una parte de su identidad. No todos aprenderán a hablar, pero todos pueden comunicarse. No todos seguirán las reglas sociales comunes, pero todos pueden amar, jugar y aprender… a su manera.
En vez de intentar que encajen, enseñemos al mundo a ampliar su forma de mirar.
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Contamos con un equipo especializado en neurodesarrollo y diagnóstico del TEA. Te ayudamos a comprender mejor el perfil de tu hijo o estudiante, brindamos orientación a las familias y diseñamos estrategias personalizadas que respeten el ritmo y necesidades de cada niño.
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