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Niño observa en el espejo su reflejo como adulto confiado.

La infancia influye, pero no determina.

Es una de las frases más poderosas del neurólogo y psiquiatra Boris Cyrulnik, quien sobrevivió al Holocausto y dedicó su vida a estudiar la resiliencia. En su libro Los patitos feos, nos recuerda que el dolor temprano no es una condena, sino una invitación a reinventarnos.

Muchas personas sienten que sus traumas infantiles los marcan para siempre: abandono, violencia, negligencia, rechazo… Sin embargo, la neurociencia, la psicología y la experiencia clínica demuestran que sí es posible sanar la infancia y construir una nueva identidad.


¿Qué es lo que nos hiere en la infancia?

Durante los primeros años de vida, el cerebro está en pleno desarrollo. Las experiencias tempranas —positivas o negativas— moldean nuestras creencias sobre el mundo, los demás y nosotros mismos. Por eso:

  • Un niño que no es visto, puede convertirse en un adulto que busca validación.
  • Un niño rechazado, en alguien que teme amar.
  • Un niño abusado, en un adulto que desconfía de sí mismo.

Pero eso no significa que estemos condenados a repetir esas heridas. La buena noticia es que la neuroplasticidad y la resiliencia emocional nos dan una segunda oportunidad.


¿Cómo podemos sanar la infancia y reinventarnos?

Aquí te comparto claves fundamentales inspiradas en el trabajo de Boris Cyrulnik y la práctica terapéutica:

1. Construye nuevos vínculos afectivos

Tener una red de apoyo amorosa —aunque llegue tarde— puede modificar la forma en que entendemos nuestras experiencias. Una sola persona significativa puede marcar la diferencia.

2. Resignifica tu historia

No se trata de olvidar, sino de reinterpretar. En terapia trabajamos para que el relato del trauma pase de “fui víctima” a “sobreviví y aprendí”. El lenguaje que usamos transforma nuestra identidad.

3. Cambia el entorno

El contexto es fundamental. Cyrulnik señala que muchos niños resilientes fueron reubicados en ambientes saludables donde florecieron. Cambiar de entorno puede ser el primer paso hacia la transformación.

4. Activa tu capacidad narrativa

Contarte tu historia desde otro lugar —con compasión y verdad— es un acto de poder. Al escribir, hablar o compartir tu experiencia, también estás reconstruyendo tu identidad.

5. Busca apoyo profesional

Sanar el pasado no siempre es fácil. Pero con el acompañamiento de un psicólogo especializado, puedes reescribir tu historia y empezar a vivir desde un lugar más sano.


Reinventarse no es borrar el pasado, es transformarlo

Así como el patito feo se convierte en cisne, tú también puedes convertir el dolor en belleza. No estás solo. No estás rota. Tu infancia no determina quién eres hoy, pero sí puede ser el origen de tu transformación.

Sanar la infancia es posible. Reinventarte también. Y tu historia aún está en tus manos.

Estamos aquí para apoyarte en cada paso de tu bienestar emocional.

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