
«Mi hijo no para de moverse, se distrae con todo, interrumpe sin querer… ¿Lo estará haciendo a propósito?»
Esta es una de las dudas más comunes entre padres y docentes cuando enfrentan comportamientos que parecen desafiar la calma del aula o del hogar. Pero detrás de esa hiperactividad, impulsividad o falta de concentración, muchas veces hay algo más profundo que necesita comprensión y apoyo: el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).
¿Qué es el TDAH?
El TDAH es un trastorno del neurodesarrollo que afecta la capacidad de regular la atención, controlar impulsos y gestionar la actividad motora. No es una mala crianza, ni pereza, ni una excusa para justificar “mal comportamiento”. Es una forma distinta de procesar el entorno, que requiere estrategias específicas y mucho acompañamiento.
¿Cómo se manifiesta el TDAH en niños?
Los síntomas pueden variar, pero en general se agrupan en tres grandes áreas:
1. Déficit de atención
- Se distraen fácilmente, incluso con estímulos pequeños.
- Olvidan instrucciones o pierden cosas con frecuencia.
- Evitan tareas que requieren esfuerzo sostenido (como leer o escribir).
2. Hiperactividad
- Se mueven constantemente, incluso cuando se espera que estén sentados.
- Hablan en exceso o parecen tener un “motor interno encendido”.
- Les cuesta relajarse o hacer actividades tranquilas.
3. Impulsividad
- Interrumpen conversaciones o actividades.
- No esperan su turno.
- Actúan sin pensar, lo que a veces genera conflictos o accidentes.
¿Qué sienten los niños con TDAH?
Muchos viven con una constante sensación de frustración. Quieren portarse bien, pero no siempre pueden. Son reprendidos, malinterpretados o ignorados, lo que puede afectar su autoestima y generar problemas emocionales como ansiedad, tristeza o enojo acumulado.
El problema no es que no escuchen. Es que su cerebro tiene un canal diferente de sintonía.
¿Cómo ayudar a un niño con TDAH?
1. Informarse para comprender
El primer paso es dejar atrás los prejuicios y entender que el TDAH no se corrige con gritos ni castigos. Se necesita paciencia, constancia y estrategias informadas.
2. Estructurar sin rigidez
Los niños con TDAH se benefician de rutinas claras, avisos anticipados y reglas sencillas. Pero también necesitan flexibilidad emocional cuando algo no sale como se esperaba.
3. Estimular sin saturar
Actividades físicas, juegos guiados y tareas divididas en pasos pequeños pueden ser más efectivas que largas sesiones de estudio.
4. Validar sus emociones
Muchos niños con TDAH se sienten «demasiado» para todos: demasiado inquietos, demasiado intensos. Ayudarlos a nombrar lo que sienten y enseñarles autorregulación es clave.
5. Buscar acompañamiento profesional
Un diagnóstico claro y un plan terapéutico personalizado pueden marcar una diferencia enorme en el desarrollo del niño, tanto a nivel académico como emocional y social.
Un niño con TDAH no necesita que lo frenen, necesita que lo guíen
No se trata de apagar su energía, sino de canalizarla. De comprender que detrás del aparente “desorden” hay una mente llena de ideas, creatividad y ganas de explorar el mundo… solo que necesita una forma distinta de hacerlo.
En Centros Psicológicos Integrales, estamos contigo
Nuestro equipo especializado en neurodesarrollo acompaña a niños con TDAH y a sus familias con evaluaciones, orientación, seguimiento emocional y estrategias prácticas para el aula y el hogar.
👉 Agenda una cita hoy y transforma la lucha diaria en un camino de descubrimiento, comprensión y crecimiento.